sábado, 7 de noviembre de 2009

El Cinturón de Oro.

Cierto día, dos hombres que se encontraban en un camino, la emprendieron
juntos hacia Salamis, la Ciudad de las Columnas. A media tarde llegaron a un ancho río sin puente que lo cruzara. Tenían que nadar o buscar otro camino. Y se dijeron uno al otro: “Nademos, después de todo, el río no es tan ancho”. Y se arrojaron al agua y nadaron.

Y uno de ellos, que siempre había sabido de ríos y va d o s, empezó a cansarse y a ser llevado por las im p etu o sa s aguas; mientras que el otro, que no sabía nadar, cruzó el río y salió al otro lado. Entonces viendo a su compañero luchar con la corriente, se tiró de nuevo al agua y lo llevó a salvo hasta la orilla.

Y el hombre al que la corriente había arrastrado, dijo: “Pero tú me dijiste que
no sabías nadar. ¿Cómo entonces, cruzaste el río con tanta seguridad?” Y el segundo hombre respondió. “Amigo mío, ¿ves el cinturón que me c iñ e ? Está lleno de monedas de oro que gané para mi mujer y mis hijos durante un año de trabajo. Es el peso de este cinturón lo que me hizo atravesar el río.

Mi mujer y mis hijos estaban sobre mis hombros mientras nadaba.” Y los dos hombres caminaron juntos hacia Salamis.


Gibrán Jalil Gibrán

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