martes, 14 de octubre de 2008

AMAME COMO ERES

Conozco tu miseria, las luchas y las tribulaciones de tu alma, las debilidades de tu cuerpo, tu cobardía y tus pecados, y sabiéndolo te digo: "Dame tu corazón. ¡Ámame como eres!". Si esperas a ser un ángel para abandonarte al amor, no amarás jamás. Aún si eres débil en la práctica del deber y de la virtud, y si con frecuencia vuelves a caer en tus faltas y tu debilidad te consume, no te permito que no me des tu amor. ¡Ámame como eres!. En cada instante y en cualquier situación en la que tú estés, en el fervor o en la soledad, en la fidelidad, ámame como eres.

Yo quiero el amor de tu pobre corazón. Si esperas a ser un ángel no me amaras jamás.

¿Acaso no podría hacer de cada granito de arena un ángel radiante de pureza, de nobleza y de amor? ¿No Soy Yo el Omnipotente? Y si en cambio me agrada dejar aquellos maravillosos seres en el cielo y preferir el pobre amor de tu corazón, ¿Quién me lo impide? ¿Acaso no Soy Yo el dueño de Mi Amor?.

Hijo mío, deja que te ame. Quiero tu corazón. Ciertamente Yo quiero, con el tiempo, transformarte, pero por ahora Yo te amo como eres y deseo que tú hagas lo mismo. Yo quiero ver que del abismo de tu miseria sube tu amor. Amo en ti también tu debilidad, amo el amor de los pobres y de los miserables.

Quiero que desde este abismo suba continuamente, por siempre el grito grande:

"Jesús, yo te amo".

Quiero únicamente el canto de tu corazón. No tengo necesidad de tu ciencia ni de tus talentos. Me importa una sola cosa: "Verte trabajar con amor".

No son tus virtudes lo que yo deseo. Si te las diera, eres tan débil que ellas alimentarían tu amor propio. No te preocupes por esto. Yo habría podido destinarte para grandes cosas. No, serás el siervo inútil. Te quitaré aún lo poco que tienes, porque yo te he creado solamente para el amor.

Hoy Yo estoy a la puerta de tu corazón como un mendigo ¡Yo que Soy el Rey de los reyes!.

Toco en tú puerta y espero. Apresúrate a abrirme. No sufras tu miseria, porque si conocieras perfectamente tu miseria podrías morir de dolor. Lo que me heriría el Corazón sería el ver que tú dudas de mí y que no tienes confianza en mí. Yo quiero por siempre que tú hagas cada acción, aún la más insignificante, sólo por amor a Mí. Cuento contigo para que me des esta alegría.

No te preocupes porque no posees virtudes. Te daré la fuerza. Cuando me des tu amor, Yo te iluminaré más allá de todo lo que tu puedas soñar. Pero acuérdate: ámame como eres.

Yo te he dado a Mi Madre. Confía en ella absolutamente. Haz pasar todo a través de su Corazón, que es tan puro.

No me amarías jamás si esperas a ser un ángel. Te lo digo por cualquier duda de tu corazón.

Ve en paz.

Vistas de página la semana pasada