domingo, 13 de septiembre de 2009

Las Espigas de trigo.


Un labrador recorría con su hijo los campos para ver si el trigo ya estaba

maduro.


—Padre —preguntó el niño—, ¿por qué algunas espigas de trigo están inclinadas hacia el suelo y otras tienen la cabeza erguida? Estas últimas deben ser las mejores, las que dejan caer la cabeza no se deben poder aprovechar.


El padre cogiendo una de las espigas que se doblaban le dijo:


— ¡Fíjate, hijo mío! Esta espiga que se inclina con modestia es perfecta, está cuajada de grano pero ésta otra que se levanta con tanto orgullo en el trigal; está seca y es inaprovechable.


Así pasa muchas veces en el mundo: Los soberbios son secos, nulos, no sirven para nada; los humildes son útiles y preciosos.


Anónimo

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